01 diciembre 2007

"Always wear clean underwear"...

Me fascina cuando me pasan cosas que son típicas de los sueños, o de la imaginación popular. Tan típicas que no pasan nunca, hasta que te pasan. Ayer estuvimos invitados a cenar a lo de unos amigos (o, mejor dicho, amigos en potencia, todavía no sabemos cómo se desarrollará la relación). Son los papás de una compañerita de Jere del jardín. La cena era a las seis (sí, sí, ya sé: qué temprano). Prometí llevar una torta. La compré con mis propias manos. A las seis estábamos todavía como a ocho minutos, y por ser la primera vez y por cortesía y porque dicen que la primera impresión se da en los primeros dos minutos -nosotros ya llevábamos seis de desventaja- y porque el celular lo permite, llamamos para avisar que estábamos un poquitín retrasados. A las seis y nueve estábamos en la puerta. Bajamos nosotros, los chicos, a Henry, al cochecito, la torta, el bolso del bebé y los abrigos mientras Venee (es como René, pero con V) salía a recibirnos. Descalzo. Ok, pensé, hace calor. Saludo va, presentación viene, qué linda zona, sí, me la alquilan del trabajo la casa, ah, qué bueno, ésta es Coni, hola Coni, y a Jere lo conocés, sí, pasen, pasen... Rachel estaba esperando adentro. Cuando llegamos a la entrada noté con alivio que ella tampoco se había cambiado de ropa (nos habíamos visto ya a la tarde, en un cumple). Pero de repente descubro que ella también estaba descalza. Y al mirar un poquito más allá, ¡vaya sorpresa! al ladito del umbral unos estantitos lleeeeeeenos de zapatos.
-Ah -le digo- ustedes no usan zapatos, ¿no?
-No, en la casa no...
-No, claro, en la casa me refería, ¿te imaginás si no? jaja
-jaja...
-jaja...
-jaja...
-jaja...
.jaja...
Rachel torta en mano y yo jajá jajá porque en realidad, mi cabeza, a mil por ahora, repasaba mentalmente la higiene pédica de mi familia y la mía propia, imaginando uñas gigantes, hongos sin curar, medias con agujeros, roña incrustada en la comisura de la uña del dedo gordo, callos, durezas y olor. (Es como cuando tenés un accidente en la calle y lo primero que pensás es si estás depilada y si tenés la ropa interior en condiciones.)
-Pasen - dijo por fin Rachel
Y pasamos nomás. Jere feliz de la vida cuando le dije que se tenía que sacar los zapatos: siempre es al revés, él se los quiere sacar y yo no lo dejo: "es mala educación", le digo. Pero ya ven: hasta el concepto de mala/buena educación es relativo, y sobre todo culturo-dependiente.
Y así, todos descalcitos, pasamos una velada maravillosa con Venee y Rachel (él es indio y ella americana, de Vermont), comimos couscous con porotos, tarta de espinaca y otra cosa que no sé.
Eso sí: estábamos todos limpitos, gracias a dios.

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