13 enero 2008

¿Cuánto en realidad nos une nuestra lengua madre?

Me estoy repreguntando si mi lengua madre es realmente un lazo que me une a mis "co-parlantes" (qué buena palabra, no?) tan poderosamente como yo pensaba. Será que ya han pasado cautro años y medio de nuestra llegada a Australia, o será que la elevé a categoría de "religión" cuando es en realidad sólo un instrumento de comunicación - lo cierto es que una vivencia que tuve el otro día en un shopping me hizo cuestionarme eso del castellano y los hispanoparlantes y la unión verdadera:
Estaba con Constanza, Jeremías y Henry en el Target del Malvern Central (un shopping chico) cuando de repente pasa una pareja hablando del precio de las sábanas en castellano. Yo, a su vez, hablaba con los chicos del precio de los Nintendo DS lite. En castellano. Cual perros, a ambas partes se nos pararon las orejas al escuchar las palabras tan familiares, la cadencia, el acento de la lengua madre en común. Al cruzarnos cara a cara, y tras un brevísimo intercambio de miradas de "compinchismo", nos dijimos hola, hola, en perfecto español y el hombre fue más allá y dijo feliz año y yo gracias y ahí nos quedamos varados, sin avanzar. En vez de seguir cada uno por su lado la lengua madre nos hermanó por unos minutos, y nos enfrascó en una charla amena... amena por unos minutos, porque luego del intercambio de rigor (de dónde exactamente son, cuánto hace que están, les gusta, extrañan) y cuando yo sentía que se había agotado mi interés ellos no movían las piernitas del lugar, y continuaban la charla como si fuéramos grandes amigos reencontrándonos después de muchos años. A toda costa el señor -con la mejor intención, reconozco- me quería contar en dónde podía conseguir chinchulines, morcilla, chorizo colorado y matambre. Dedicó unos diez o doce minutos a contarme todos los prodcutos argentinos que acá logra adquirir, con especial insistencia en los embutidos. Se esforzaba en explicarme cómo llegar a una carnicería que está como a cincuenta minutos de mi casa. Dijo que espere, que iba al auto (tres pisos más abajo) porque tenía una tarjeta de la carnicería con la dirección y me la quería dar. Mientras yo, que fui vegetariana un par de años, tengo un interés nulo en los embutidos, y por sobre todo jamás viajaría cincuenta minutos para comprar básicos diarios, trataba deseperadamente de terminar amablemente la conversación, me preguntaba a su vez cómo cuernos fue que terminé dedicándole casi veinte minutos de mi tiempo a dos perfectos desconocidos que nunca más volveré a ver. Fue como si el hecho de hablar la misma lengua nos haya obligado a decirnos cosas. Me hizo plantearme la pregunta de con quién tengo más en común: ¿con un argentino de Misiones, por el hecho de que los dos hablamos castellano, o, por ejemplo, con un judío de Nueva York? ¿Con alguien de profesión actor, o pianista, o cartógrafo, de Capital Federal o con un escritor de Australia, o una maestra de hebreo de Canadá?
Me quedé esperando al argentino y su tarjeta de la carnicería por pura cortesía. Jamás me la trajo. ¡¡AY, mi lengua madre!!

4 comentarios:

  1. Creo que cada uno de nosotros tenemos en común muchas cosas, con muchas personas de cualquier parte de mundo; y al mismo tiempo, no tenemos casi en nada en común con cualquier persona en cualquier parte, incluyendo nuestro propio vecindario.

    Encantara familia, encantador blog y encantadora tu prosa. Se te lee con placer.

    He leído varios post. Pero como son las 7 y 20, debo abandonar. Volveré, claro.

    Estás en mi blogroll, como link permanente. Es una decisión unilateral, que no obliga a hacer lo propio.

    "¿Qué parte del mar es la rodilla?"
    ¡Ja! ¡Muy bueno!

    Saludos desde Villa del Parque, Baires,

    Alfredo.

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  2. Fe de erratas: donde dice "Encatara familia" léase "Encantadora familia".

    ¡Ayss!

    Chau!

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  3. Gracias Alfredo por visitar y taaaan cierto tu comentario. Mirá vos qué coincidencia: vos de Villa del Parque y yo me crié en Devoto :). Un saludo desde Melbourne y -no porque nobleza obliga sino porque me gustan- van tus blogs a mi lista también.

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  4. Hola!

    Por casualidad no recuerdas que carnicería te dijo tu amigo de 20 minutos? Es que vienen unos amigos argentinos a casa unos día y me gustaría hacerles un plato a base de tripa de ganado.

    Muchas gracias!!

    Xevimelly@hotmail.com

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