29 octubre 2007

Hay Elecciones... y elecciones

Ganó Cristina.
De hecho, me había olvidado completamente de que las elecciones eran este domingo en Argentina hasta que llamé a mis viejos y mi papá me preguntó, bromeando, por quién voté. Uy, cierto, hoy son las elecciones ahí, le digo. Sí, nosotros vamos más tarde, me dice, con mamá siempre vamos alrededor de las dos. Cada uno tiene sus métodos, se sabe: están los mañaneros que no temen “quedar enganchados” como presidentes de mesa; están los que van minutitos antes de las seis para no hacer cola. Y están los que no van, claro. Tengo entendido que el índice de votación no fue mucho mayor al 70%.
Después de hablar con mis viejos me fui a dormir (eran para mí ya las dos de la mañana), aprovechando que ahí regía la veda y no había mucho para ver más que espiar cómo vota Lopez Murphy o qué se puso la Carrio. Hoy, cuando mi cerebro me recordó más la linda charla con mis padres que las elecciones en sí, me metí en Internet (de tan buena la calidad es como estar viendo la tele desde el living de mi ex casa de Mansilla y Bulnes) y “puse” TN. Y ahí la vi. Es decir, la vieron mis ojos pero la imagen de ella que yo tenía en mi cabeza difería tanto de la que ahora se atribuía la victoria que por unas décimas de segundo dude. Esa boca de labios llenos, medio mulatones, esos pómulos firmes, como separados del resto de la cara por lo inmóviles, esa piel tan artificialmente tirante, como una máscara. Mis ojos recorrían las partes que conformaban ese rostro sin que mis oídos lograran prestar atención a las palabras, ya que lo caricaturesco de la cara se llevaba toda mi atención. Cristina está tan operada que al principio creí que la tan mencionada buena calidad de la banda ancha estaba distorsionada. Pero no, la única que estaba distorsionada era mi visión de lo que es bello. Es que otro de los ámbitos en que vivir en otro idioma manifiesta sus fracturas es en el mundo de la estética, y, en este caso, la estética femenina. Acá en Melbourne lo natural es la regla. Hay poquísimas mujeres operadas de “las lolas”. Cuando ves una te llama muchísimo la atención. Hay, sí, personas con cirugías estéticas hechas, pero con buen gusto. Allá la regla es verse hermosa, joven. ¡Y lo celebro! Amo la belleza y, en una especie de deformación profesional heredada (padre cirujano plástico), no puedo dejar de mirar una cara y pensar “qué bien le quedaría a esa mujer una buena operación de nariz”. O “esa mina con un toquecito en los párpados cambiaría completamente, le abriría la mirada”. Un toquecito, dije. Pero, Cristina (si me estás escuchando)…. ¡¡vos más que un toquecito tiraste la casa abajo y te hiciste la fachada completa!!. Eso, en los parámetros de acá, no es belleza. Es grotesco. Tengo en mi heladera un único imán, resabio de una campaña de supermercados Disco para el Día de la Mujer hace unos años que reza: Las argentinas son las más lindas del mundo. Me lo leo todas las noches. A veces hasta me lo creo. Hoy, claro está, me lo voy a tener que leer cien veces hasta convencerme! Viendo a Cristina, y parafraseando a Alfonsín sólo me queda decir “Un (buen) cirujano por allí!”.

(Invito a quien quiera tomar la palabra a expresarse. Más allá de la recientemente electa Presidente, el tema de los parámetros de belleza en las distintas culturas y ni que hablar a través de los tiempos -miremos los cuadros del Renacimiento o, sin ir taaaaaaan lejos, nuestras propias fotos de cuando éramos chiquitas: quién no recriminó a su madre por vestirlo de tal manera o hacerle llevar así el pelo- es otra manera en que se expresa el conflicto de vivir en otro idioma. ¿O acaso hay un concepto universal de belleza? No lo sé…).

25 octubre 2007

El Bris


Para los lectores no iniciados en el tema, el Bris es la circuncisión de todo varoncito judío a la edad de 8 días. Con un elemento especial se corta el prepucio del bebé y se dicen unas plegarias: con ellos se sella la entrada del nuevo ser al pueblo judío. ...Bueno, siempre y cuando no haya abuelas custodiándolos celosamente por allí!!... aquí va la anécdota:


Era 10 de junio y estábamos todos reunidos en el lugar elegido para el Bris: el salón de actos gigante del Bialik College, donde Sergio y yo trabajamos. Había más de cien invitados y un servicio de comidas al mejor estilo Shuster (jeje, ni sé si seguirá existiendo, pero es un clásico!). En una salita de al lado -la sala de los profes de Teatro del cole- nos habíamos apostado Henry y yo, a la espera. Mi mamá estaba conmigo haciéndome de apoyo terapéutico. Faltaban unos minutos para el horario acordado cuando decidí ir al salón grande para ver cómo estaba el catering, ver quién había llegado y acortar la espera. Le dejé a Henry a mi mamá, quien lo acogió tierna y firmemente en sus brazos. A solas, nieto y abuela, antes del Bris.

En eso estoy en el salón hablando con Sergio y viene alguien (no recuerdo en este momento quién) y me dice "andá a la salita que te llama tu mamá". Voy. ¿Y qué veo?

En una especie de recreación del juicio salomónico, el Mohel -que había llegado en mi ausencia- todo vestido de blanco y gran kipá en la cabeza, y mi mamá, sentadita y aferrando "el paquete"...se disputaban a HENRY!!! Mío, tuyo, mío, tuyo, me lo das, no te lo doy, me lo das, no te lo doy, parecía leerse desde afuera. Al verme entrar el mohel me miró suplicante dándome a entender que sin bebé no habría bris. Claro, eso nadie lo duda. Así que mi mamá me pasó a Henry y yo le entregué a Henry al mohel... Y eso era justamente el meollo del asunto: mi mamá quería que la que entregara al bebé al mohel fuera yo, la mismísima madre.

La escena mientras yo estaba ausente fue así:

Justo unos segundos después de que yo saliera de la salita llegó el Mohel. Ve a mi mamá con el bebé y le dice, en inglés obviamente, que le dé al bebé para prepararlo para el Bris. Pero mi mamá le contesta, en castellano obviamente, que ella no le iba a dar al bebé porque quería que se lo diera yo, que fuera de mis manos hacia él. El mohel, claro está, no habla ni entiende castellano. Mi mamá, si bien entiende, no podía explicarle sus valederos motivos al mohel en inglés, con lo cual le seguía hablando castellano. Y así habrán estado unos cuantos minutillos, él agachadito pidiéndole al bebé en inglés, ella sentadita con el bebé en brazos contestando que no en castellano, en una ahora anecdótica negociación que quedará como rito iniciático de la entrada de Henry al Pueblo de Israel. Mientras tanto, el Mohel habrá pensado que con abuelas así ...la población de bebés circuncisos en el Pueblo Judío quedaría diezmada en cuestión de segundos!!

Allí arriba va una foto de Michael Gordon (el Mohel), Henry, mi mamá, Jere y yo luego de zanjadas las barreras idiomáticas y antes del corte fundacional.




21 octubre 2007

Si los muertos hablaran...

A pocos días de la fecha estimada para el nacimiento de Henry, Sergio tenía que irse por unos días a un seminario. Y cada tanto hablábamos del tema, que cómo me iba a arreglar yo con los tres, que dónde iba a ser el seminario, que el seminario esto, que el seminario lo otro. Coni y Jere, escuchaban.
Pasan los días, nace Henry (ah, acá lo pongo en rojo para acordarme de contarles algo genial del nacimiento de Henry, en otro post), todos felices y contentos. Al poquito tiempo Sergio se prepara el bolso para irse unos días. Estamos sentados a la mesa y se escucha la siguiente charla:

Sergio (entusiasmado)-Bueno chicos, por unos días no voy a estar, portense bien, etc, etc, que yo mañana me voy al seminario.
Coni (compungida, lo mira):- Pero papi, ¡eso es re-aburrido!
Sergio (confundido):-¿Por qué, Coni?
Coni: -¡¡¡¡¡Porque ahí están todos los muertos!!!!!!!!!


Sergio:.....................No, mi amor, eso es el cementerio
Coni (aliviada): Ah.

FIN.

Nota de la Bloguista: El castellano de Coni, como les dijo, es rico y fluído, sólo que, gracias a dios, hay palabras que no las usamos a menudo. Hasta la próxima!

18 octubre 2007

¿Y vos cómo te llamás?

Ya lo decía la publicidad de Banco Río: "Un buen nombre es lo mejor que uno puede tener". ¡Y díganselo a los migrantes! Cuando llegamos a Australia notamos primero que todo la facilidad con que los australianos se acuerdan de tu nombre. Alguien te presenta a una persona y estáte seguro de que si la volvés a ver dentro de tres, seis o nueve meses te va a saludar por tu nombre: no se lo olvidó. He aquí que cuando te conocen te preguntan una y otra vez cómo te llamás si no entendieron desde el principio. Lo cual ocurre con mucha frecuencia, dada la cantidad de inmigrantes con que cuenta el país. En mi caso es fácil: Daniela, es conocido y existe en muchos idiomas. A lo sumo me pueden llegar a llamar "Daniellle", como en francés, pero vaya y pase. Con Sergio la cosa se complica un poquitín más, pero todo queda solucionado cuando él mismo se presenta como "Serchio". Clarísimo y nadie le vuelve a preguntar por segunda vez. ¡Un poroto para Sergio! Después sigue Constanza. Ya en Argentina le decíamos Coni y lo escribíamos así (ce, o, ene, i). Así que a la pregunta de cómo te llamás, si decimos Constanza les resulta difícil (y muuuuuuy extravagante) pero Coni lo entienden perfectamente. Es más, ellos tienen el nombre Connie que es el equivalente. No bien llegamos, Coni, que ya dije tenía cinco y medio, ya sabía escribir bastante y entre otras cosas su nombre. Al poco tiempo empezó sin embargo a notar que la gente lo escribía Connie. Y en una actividad de arte en el que había que hacer cosas de yeso, una nena que la estaba ayudando le escribió su nombre CONNY. A ella le gustó tanto que empezó a firmar así de ahí en más. Sin embargo, ella veía que yo cada vez que escribía su nombre (en notas para la escuela, o atrás de los dibujos -de recuerdo- seguía escribiendo Coni). Pasaron los meses, los años, y he aquí que un día de 2007 veo unos papeles de ella firmados "Coni"... también su agenda, sus dibujos... Y le pregunté: Coni había decidido adoptar nuevamente y para siempre la grafía castellana de su nombre (demás está decir que a mí me encantó).
Y llegamos por último a Jere... lejos el más más más complicado para pronunciar para los australianos. La jota del principio ya les es un parto, pero cuando encima se combina con la erre suave ("ere") del medio están listos para colapsar!! DE todos modos nosotros, como ya lo habrán adivinado, cada vez que nos preguntaban cómo se llama el nene decíamos Jeremías con la pronunciación en castellano, y nos la pasabamos diez minutos entre deletrándolo y explicándoles de dónde viene. Claro que ellos tienen el equivalente Jeremy, pero miren qué paradoja: mientras que nosotros elegimos Jeremías justamente por lo distinto y poco usado en Argentina, acá en Australia Jeremy es de lo más común. Es como llamarse José. ¡Qué frustración! Además Jeremías nos encanta y Jeremy, la verdad, no. Así que insistimos... los compañeritos de Jere lo aprendieron a la perfección. Bueno, casi. Pronuncian la erre a lo australiano y la jota aspirada (como una "hey" en hebreo). Pero lo hacen con total naturalidad. Sin embargo, con el tiempo empezamos a notar que los adultos no lo llamaban por el nombre, ni lo mencionaban por el nombre cuando hablaban de él. Dicen "your son" o pronuncian el nombre pero bajito, como con verguenza. Y esot evidentemente lo notó Jere también. Tal es así que el otro día, sin saber que yo estaba escuchando, cuando el profe nuevo de natación le preguntó su nombre, él dudó una décima de segundo antes de responder: "JEREMY". El corazón me hizo una puntadita, pero entendí que uno no se puede pasar la vida entera deletreando su nombre. Así que es un misterio cómo será de acá en más. Sus amiguitos del jardín y las maestras aprendieron a decirlo (Heremías, con la hache aspirada y arrastrando la erre, pero es lo más cercano que pueden y brindo por ese esfuerzo). Pero a futuro, veremos. Es que ni el mismo Jere sabe!! (Otra variante es la pronunciación Sheremaias, que también se la escuché decir a Jere en respuesta a what´s your name... mmmmh... me muero por saber qué sentirá Jere con todo esto, dentro de sí...).
En fin, creo que está demás explicar porqué cuando nació nuestro tercer hijo, en junio de este año, no dudamos en ponerle HENRY!!! Clásico y, sobre todo, fácil de pronunciar. Bah: ¡¡para ellos!! La verdad, miren qué loco, es que la gente pronuncia mejor Henry que nosotros que somos los propios padres.
Y para terminar, una anécdota: Lo cierto es que elegir el nombre para Henry nos costó muchísimo, y llego un momento en que parecía que en casa sólo se hablaba de eso. Coni y Jere tenían sus sugerencias, nosotros teníamos la última palabra, y la cosa venía difícil, y hasta hubo algún que otro puchero por no aceptar alguna sugerencia. Así que cuando "el trabajo" estuvo terminado y elegimos HENRY, se los contamos a Coni y Jere en la cena. Todos chochos y felices de tener finalmente un nombre para el nuevo hermanito por nacer, y, calculo yo, de tener que dejar de "pensar". Pasaron unos días y estábamos una tarde en casa mientras Jere repetía para sí "Henry, Henry" todo contento, cuando de repente se le transforma la cara y me grita, todo preocupado:
- UUUUUUUUUUUY, MAMI!..........
-¿Qué, mi amor?
- .......¡¡¡LE TENEMOS QUE PONER UN APELLIDO!!!
Acá va una foto de Henry. Herskovits, por supuesto :)

16 octubre 2007

"Hoy vino Susana" (o de cómo la primera persona que extrañé fue Gladys)

No puedo empezar este post nuevo sin AGRADECER muchísimo todos los comentarios. De muchos iré tomando cosas para publicar nuevas entradas. Todos funcionaron de disparador y sin duda apretaron el botón de la memoria y los recuerdos. Un placer enorme. Kari, por ejemplo, firma "Kari (la que llevaba a pasear a Jere...)". Me sacó una sonrisa calentita y me vino al pelo para hablar de una anécdota -linguística, como no- de Jere. Kari y yo nos conocemos por esas circunstancias de la vida desde hace muuucho... pero nos hicimos amigas cuando su hija Yamilita y la mía Coni empezaron Sala de 2 en el Buber. Después a Coni la cambiamos de colegio, al Beth, pero Kari y yo seguimos cultivando la amistad a fuerza de cafecito tras cafecito. Cuando nació Jere los cafecitos con Kari seguían al pie de la letra. Pero sin Jere. ¿Y cómo? Bueno, yo le daba la teta y sabía que tenía por lo menos tres horas para salir. Sola. ¿Y Jere? Jere se quedaba con Rosa. Después fue Marcela. Después Gladys. Es decir, Jere se quedaba con "la chica". O "la empleada". O...Pero Kari un día me dio el ultimátum: "che, lo tenés que sacar a pasear al pobre chico", y así fue: gracias a Kari Jere empezó a salir más, a ir conmigo a tomar café, a ver vidrieras. A no quedarse tooooooooodo el tiempo con "la chica". Esto duró lo que duró, hasta que cuando Jere tenía un año y medio nos vinimos a Australia. Y ahí, de un plumazo nomás, de sopetón, nos vimos todos las caras las 24 horas. No había siquiera la oportunidad de dejar a los chicos para ir a la pelu, para ir a tomar un café, para ir al super: no lo podía dejar a Jere porque simplemente no "teníamos" chica. Empleada, muchacha, señora que limpia, nada de nada. Ay, qué momento. Me vas a tener que perdonar, mami, pero la persona que más extrañé los primeros... meses... ¡fue a Gladys! Qué manera de estar desacostumbrada. Así fue por unos dos años, creo, hasta que gracias a dios contratamos a Susana. Jeje, a no confundirse: Susana está lejos, lejíiiiiiiisimos de ser la chica como estamos acostumbrados en Argentina. Susana viene una sola vez por semana (los viernes) y limpia tres horas. Susana limpia la cocina (hornallas y mesada), los baños, pasa la aspiradora y pasa el plumero. Y punto. ¿El horno? Se cobra aparte. ¿La heladera? Idem. ¿Los vidrios? Hay empresas que lo hacen. Nada de andar pasándole cif al teléfono ni lustrar los marcos de las ventanas ni pulir las manijas de las puertas (eso es impensable). Susana es, por derecho propio, la "cleaning lady". Y punto. Y como viene una sola vez por semana, todos los viernes cuando los chicos vuelven del cole les decimos "Hoy vino Susana". Léase: noselesocurraensuciarporquenostienequedurartodalasemana. La frase la decíamos automáticamente todos los viernes y ahora ya quedó como un ritual familiar y nos reímos.
Un día Jere me empezó a contar algo diciendo: "Me lo dijo Susana". Y yo le pregunto: "¿Cuál Susana?". Y él me mira -con esos ojos color almendra de dulce de leche que tiene- y me dice: "LA LIMPIEROSA!". No les puedo explicar la asociación de ideas que su palabra me disparó. Además de una inmensa ternura por su esfuerzo por decir todo en castellano, aún lo que no sabe, me di cuenta de que la categoría de "chica, mucama, empleada..." ya no estaba. Desapareció de su vocabulario porque desapareció de su vida. El concepto de "tener chica" Jere no lo tiene. Y, sin ahondar en el tema porque se hizo largo el post y no quiero espantar a mis incipientes seguidores, sólo quiero transmitir con esta anécdota mucho más que la sonrisa que despierta: las palabras reflejan la cultura en la que se vive, a su vez que la crean. La "Gladys de acá" tiene su hermoso coche, casa propia, vacaciona en avión dos veces por año y podría seguir enumerando. En fin, creo que a todas las Gladys de allá les gustaría ser las Susanas de acá... (y aunque amo la comodidad, admito que respeto cada vez más la igualdad de oportunidades). Me voy a dormir (mañana me toca limpiar la heladera).

15 octubre 2007

La mejor excusa

Sergio, Constanza, Jeremías y yo dejamos en Argentina todos nuestros amores familiares: por ellos, les decimos, entre otras cosas, pero con gran recurrencia, por ellos, les decimos, tenemos que seguir hablando en español: "¿Si no cómo van a hablar con los abuelos?!!!" Es la típica, ya se. Es un poco manipuladora, también lo sé. Es medio mentira, medio verdad (mi mamá, por ejemplo, cuando estuvo de visita para el nacimiento de Henry -tema para otro post, por eso en rojo- nos sorprendió a todos entendiendo mejor que muchos las películas con subtítulos en inglés. Y mi papá hasta dio consejos de cirugía plástica (su profesión) a la mamá de una amiga de Coni que quedó muy satisfecha). Sin embargo, lo que sí es cierto es que cuando mis hijos hablan con mis padres o con mis suegros, es cuando el castellano se les pone en movimiento con toda la fuerza: no sólo las palabras, sino el tono, el cantito, la fuerza de las palabras "abuelo", "abuela" (no grandpa, grandma, ni siquiera bobe, zeide, sino ABUELO, ABUELA, como vocativos... ay, ¡qué más hermoso que eso!... Así que, más no sea por el calorcito que da en el estómago escucharles hablar en castellano con los abuelos, ya sólo por eso valdría la pena el esfuerzo de taladrarles con eso de que hablen CASTELLANOOOO!!

Acá van unas fotos de la visita de mis viejos a Melbourne en junio de este año. A ver si adivinan en qué idioma se están... riendo!!

Presentando el blog

MI hija Constanza tiene nueve años. Cuando llegamos a Australia tenía cinco y medio. Hablaba muy bien el español, y desde los tres había tomado clases particulares de inglés con su amiga Nati (una vez en casa, una vez en la casa de ella). También a partir de los cuatro años fue a un colegio judío pero bilingue en inglés, en el cual las "teachers" no les hablaban en castellano a los chicos ni que se estuviera incendiando el cole (dios no lo permita, tuf tuf tuf). Así Constanza llegó a Mebourne con el oído entrenado, la esponja lista para absorberlo todo. Y así fue: en un abrir y cerrar de ojos Coni (así le decimos y así lo escribimos, aún aquí en Australia, pero eso será tema de otro post, lo pongo en rojo para no olvidarme) aprehendió el inglés y fue dominarlo con tanta soltura que es envidiable.


Como sabíamos que esto pasaría -es decir, que nuestros hijos aprenderían el inglés con facilidad y lo mantendrían de por vida- toda nuestra artillería estuvo desde un principio puesta en mantener y mantener-les es español. Queda como anécdota familiar que cuando hicimos cambio de avión de Lan Chile a Qantas (en Auckland, Nueva Zelanda), y todo empezó a funcionar en inglés, Sergio (mi marido) propuso un "pacto familiar": en casa SIEMPRE SE HABLARÁ ESPAÑOL. Estábamos en el Aeropuerto de Auckland, pusimos todos las manos en el centro como antes de un partido de básket, y sellamos el pacto, que parecía tan fácil de cumplir que era hasta ridículo (¿A quién se le iba a ocurrir que a alguno de nosotros nos saldría otra cosa que no fuera en castellano?). Jeremías tenía un año y medio. Hablaba solo un puñado de palabras en español pero puso su manito diligente. Pese a nuestro natural descreimiento inicial aquel día en el Aeropuerto, poco tiempo pasó hasta que se empezaron a escuchar las primeras palabras en inglés en casa. Era principalmente al volver del colegio mientras nos intentaban contar lo que había pasado durante el día. Un número en inglés, una palabra (book, playground, period one) Y ahí nomás, cual guardias del paraíso, Sergio y yo les advertíamos, muchas veces a unísono: "castellaaaano". Era un tira y afloje constante. Más bien diría: un tira y tira. Nunca aflojábamos Sergio y yo, y tampoco lo hacemos hoy. Ante la menor invasión del inglés cuando hablan con nosotros les decimos "Castellano" y eso basta para hacerlos volver. Es increíble pero ahora que lo pienso lo tenemos que decir cada vez menos. Lo más difícil tal vez fue lograr que Coni y Jere (así le decimos y así lo escribimos, por ahora... pero eso será tema de otro post) hablaran entre ellos sólo en español. Testimonio de lo difícil que resulta es las muchas familias que emigraron como nosotros y cuyos hijos tal vez les hablan a los padres todavía en español, pero entre ellos lo hacen en inglés. Los nuestros no, pero déjenme decirles que para eso trabajamos duro. Y hasta podría decirse que fuimos y somos, en ese aspecto, terriblemente dictadores: En castellano, y punto. No les perdonamos una, ni cuando se dicen "idiot!!"."Idiota, se dice idiota!!!", les gritamos en perfecto español, olvidándonos de retarlos.

Creo que estamos haciendo un buen trabajo. Coni tiene ahora nueve, como dije, y su español es bellísimo... Jere cinco y medio y habla castellano de lo más lindo... Claro, ambos "cometen anécdotas" y eso es lo más jugoso, lo más lindo y lo que inspiró este blog. Bah - no solo ellos "cometen anécdotas", nosotros también! Y los argentinos o hispanoparlantes que están hace mucho también. Todo eso, todo ese hablar castellano en Melbourne, todo ese aferrarse a la lengua madre que a su vez nos atrapa y nos lanza, que se nos mete cada vez más adentro pero intenta desdibujarse, todo ese vivir en otro idioma es lo que será la carne de la empanada que será este blog. Así que... ¡buen provecho!