Nací en Argentina, migré a cuatro países, parí en tres idiomas. Viví en inglés, rezo en hebreo, pienso en español. Amo mi lengua madre por lo que es: seductora, lujosa, rica e intelectual.Y por lo que puede ser: atorrante, mundana, chabacana, popular. Este blog nació cuando vivía en Australia mientras arrullaba a mi hijo en español y alrededor todo era inglés. Ahora vivo en México, extraño el inglés, canto en hebreo y quiero aprender chino mandarín. Sueño con vivir en New York. O en Tel Aviv.
26 febrero 2008
La (ahora sí: total) entrega
... y aunque sólo sea porque ahora entiendo la entrega de los Oscar enterita y me puedo reir de los chistes en tiempo real (y no tres horas después cuando la intérprete lograba traducirlos, con retraso considerable) valió la pena venirse a vivir a un país anglosajón. Ahora sólo me falta que lo repongan a Billy Cristal como maestro de ceremonias!!
20 febrero 2008
El besito de las buenas noches (¡pero en español!)
Recién fui a dar la "ronda" de la noche por las piezas de los chicos antes de irme a dormir. Constanza se durmió con un libro de Mafalda en las manos. Henry con un CD de María Elena Walsh. Y a Jeremías, antes de dormir, le leí -a pedido suyo- "Sinbarba y la Princesa", en castellano.
Qué cosa, ¿no?
Qué cosa, ¿no?
14 febrero 2008
El acento registrado
Van cuatro años que estoy en Australia. Y siete meses, para ser precisos. Mi amiga Patri otros tantos. A tomar café fuimos, juntitas, el otro día. Un café más o menos pasable en una entretenida cuadra de un barrio mezcla de judío con bohemio, familiar de día, loco de noche. Un café queríamos, y un chocolate caliente (un submarino, bah!).
-How much is it?
-Eight fifty.
Genial. Abro mi billetera, voy a entregarle la tarjeta para pagar y la mujer me dice:
"No credit. C.A.S.H. O.N.L.Y"
ES decir: no es que nos dijo en tono normal y vocalización normal: "Sorry, no cards, cahs only". No: la mujer nos miró a los ojos, y a la vez que hacía seña con sus manos para ejemplificar lo que decía (movimiento de índice de izquierda a derecha para indicar NO, raspado de índice con pulgar en movimientos rápidos para indicar dinero, etc), con su bocaza nos decía las dos palabras lentamente, y vocalizándolas como si fuéramos sordas y debiéramos leerle los labios.
Claro: evidentemente le caímos como dos gringas, recién bajadas del avión. Con apenas decirle "Large Cappuchino and a Hot Chocolate" la mujer asumió que nuestro dominio del inglés era, con suerte, escaso.
"C-A-S-H O-N-L-Y" nos decía, señalando nuestra billetera y haciendo la señal internacional del dinero.
Con Patri nos miramos. Fue un instante y estallamos en carcajada.
Así que ya ven, habrán pasado treinta años, iremos a tomar café y les puedo asegurar que la historia podría repetirse: El acento lo llevamos como una marca registrada, como decía Rodrigo, que en paz descanse...
C.A.S.H O.N.L.Y. quedó para el anecdotario, y es nuestro saludo habitual con Patri. De ahora en más.
-How much is it?
-Eight fifty.
Genial. Abro mi billetera, voy a entregarle la tarjeta para pagar y la mujer me dice:
"No credit. C.A.S.H. O.N.L.Y"
ES decir: no es que nos dijo en tono normal y vocalización normal: "Sorry, no cards, cahs only". No: la mujer nos miró a los ojos, y a la vez que hacía seña con sus manos para ejemplificar lo que decía (movimiento de índice de izquierda a derecha para indicar NO, raspado de índice con pulgar en movimientos rápidos para indicar dinero, etc), con su bocaza nos decía las dos palabras lentamente, y vocalizándolas como si fuéramos sordas y debiéramos leerle los labios.
Claro: evidentemente le caímos como dos gringas, recién bajadas del avión. Con apenas decirle "Large Cappuchino and a Hot Chocolate" la mujer asumió que nuestro dominio del inglés era, con suerte, escaso.
"C-A-S-H O-N-L-Y" nos decía, señalando nuestra billetera y haciendo la señal internacional del dinero.
Con Patri nos miramos. Fue un instante y estallamos en carcajada.
Así que ya ven, habrán pasado treinta años, iremos a tomar café y les puedo asegurar que la historia podría repetirse: El acento lo llevamos como una marca registrada, como decía Rodrigo, que en paz descanse...
C.A.S.H O.N.L.Y. quedó para el anecdotario, y es nuestro saludo habitual con Patri. De ahora en más.
05 febrero 2008
Narcotizados ante las noticias
Estoy abombada de tanta bomba. En una época, un ataque suicida era seguramente en Israel, desgraciadamente. El mundo no sabía, no entendía cabalmente lo que un hombre-bomba significaba. Después vino el 11 de Septiembre y la idea de terroristas convertidos en bombas, o autobombas (o aviones-bombas) comenzó a hacerse palpable en la mente de la humanidad. Sí: los atentados suicidas existen. Y Sí: son inesperados y la víctima puede ser cualquiera. Alguien que se levantó para ir a trabajar, alguien que pasaba por ahí, alguien que volvía del colegio, alguien que estaba comprando cigarrillos o esperando el colectivo. Alguien. Cualquiera.
Ayer estaba mirando el noticiero de SBS (canal local de aire) y mi mente no lograba reaccionar ante la información que captaban mis oídos, entraba por mis ojos y catalogaba mi cerebro: Pakistán, Iraq, Israel, sacudidos por ataques suicidas. La cadena era interminable y lo que me generó aún más espanto es la falta de él: ¿no estaremos acostumbrándonos a ello? Por un momento me espanté pero ante la repetición del acto (distintos escenarios geográficos, pero la locura es la misma), ante la repetición, decía, quedé anestesiada y mi hermoso espanto se convirtió en nube y después en nada. "Total no nos pasa a nosotros, no?"... Australia es un país relativamente seguro... eso dicen. (Hasta ahora). Coincidió todo esto justo con el primer día de clases. La entrada al colegio judío de mis hijos no está vallada con los pilotes a que nos forzó el atentado a la AMIA. Tampoco hay gran despliegue de seguridad. La prevención es mínima, espero que sea porque es proporcional al riesgo. Por el amor de dios, que alguien pare esta locura: que nunca dejemos de espantarnos ante la noticia de que en alguna parte del mundo alguien, por la acción delirante y fanática de un lunático terrorista suicida, perdió la vida. El caso de las dos mujeres con discapacidad intelectual utilizadas como enviadas suicidas ha llegado a convencerme de que la perversidad humana todavía está en pañales. Mientras tanto la vida sigue, el noticiero terminó y yo preparé las viandas y el uniforme para el primer día de clases. Como dice Susanita (la de Mafalda): "decí vos también tu qué barbaridad y listo"...
Claro que el que conoce a Susanita entiende que a través de ella Quino critica la indiferencia de la humanidad frente a las desgracias colectivas. Así que no digamos qué barbaridad, ni qué terrible, ni qué tragedia. Eso no conduce a nada. Obviamente tampoco conduce a nada apagar el televisor y hacer las viandas para el día siguiente. Así que aún estoy pensando, algo se me va a ocurrir. No me creo capaz de detener un atentado suicida pero sí me siento en la necesidad de obligar a mi cerebro a pensar en un principio de acción. Un principio, eso es todo. Que el próximo atentado suicida no me encuentre frente al televisor con mi qué barbaridad y mi qué calamidad vacíos de acción. Y, antes de inventar la rueda, me voy a fijar qué existe ya al respecto. En Australia, en Madrid, en Liniers o en Estambul. Alguien ayer, frente a las noticias, tiene que haber sentido lo mismo que yo.
¿O no?
Ayer estaba mirando el noticiero de SBS (canal local de aire) y mi mente no lograba reaccionar ante la información que captaban mis oídos, entraba por mis ojos y catalogaba mi cerebro: Pakistán, Iraq, Israel, sacudidos por ataques suicidas. La cadena era interminable y lo que me generó aún más espanto es la falta de él: ¿no estaremos acostumbrándonos a ello? Por un momento me espanté pero ante la repetición del acto (distintos escenarios geográficos, pero la locura es la misma), ante la repetición, decía, quedé anestesiada y mi hermoso espanto se convirtió en nube y después en nada. "Total no nos pasa a nosotros, no?"... Australia es un país relativamente seguro... eso dicen. (Hasta ahora). Coincidió todo esto justo con el primer día de clases. La entrada al colegio judío de mis hijos no está vallada con los pilotes a que nos forzó el atentado a la AMIA. Tampoco hay gran despliegue de seguridad. La prevención es mínima, espero que sea porque es proporcional al riesgo. Por el amor de dios, que alguien pare esta locura: que nunca dejemos de espantarnos ante la noticia de que en alguna parte del mundo alguien, por la acción delirante y fanática de un lunático terrorista suicida, perdió la vida. El caso de las dos mujeres con discapacidad intelectual utilizadas como enviadas suicidas ha llegado a convencerme de que la perversidad humana todavía está en pañales. Mientras tanto la vida sigue, el noticiero terminó y yo preparé las viandas y el uniforme para el primer día de clases. Como dice Susanita (la de Mafalda): "decí vos también tu qué barbaridad y listo"...
Claro que el que conoce a Susanita entiende que a través de ella Quino critica la indiferencia de la humanidad frente a las desgracias colectivas. Así que no digamos qué barbaridad, ni qué terrible, ni qué tragedia. Eso no conduce a nada. Obviamente tampoco conduce a nada apagar el televisor y hacer las viandas para el día siguiente. Así que aún estoy pensando, algo se me va a ocurrir. No me creo capaz de detener un atentado suicida pero sí me siento en la necesidad de obligar a mi cerebro a pensar en un principio de acción. Un principio, eso es todo. Que el próximo atentado suicida no me encuentre frente al televisor con mi qué barbaridad y mi qué calamidad vacíos de acción. Y, antes de inventar la rueda, me voy a fijar qué existe ya al respecto. En Australia, en Madrid, en Liniers o en Estambul. Alguien ayer, frente a las noticias, tiene que haber sentido lo mismo que yo.
¿O no?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)