Me acaricia. Me mima. Me mira el brazo. Se queda largo rato mirando, como si me estuviera contando los lunares. Estamos acurrucados en el sillón, recién volvió del jardín y son las cinco de la tarde. Yo lo mimo, le pregunto qué hizo en la sala, si jugó con "el" David y con los chicos nuevos. Si comió la colación, si hizo gimnasia. Él contesta a medias y me sigue mirando y tocando los brazos, las manos. Algo le llama mucho -mucho- la atención. Lo veo en su expresión. En eso lo suelta:
-Mami
-¿Qué mi amor?
-Los no-judíos... ¿usan pecas?
Como me hace reír Henry con sus comentarios.!!!Es tan observador y ocurrente :))
ResponderEliminarBesos
Marce
Bue, seguimos cosechando historias. Beso, Ale
ResponderEliminar