Está impreso en mi memoria sensitiva: cada vez que veo un árbol de Navidad, me dan ganas de volver a casa. Aclaro: a Argentina (porque, ¿qué es "casa" a esta altura?).
Es que con mis hermanas jugábamos a contar los árboles de Navidad que decoraban las calles, los negocios, los hogares. Viajábamos en el auto, mi papá manejaba, y nosotras tres para no aburrirnos contábamos los árboles... mi hermana mayor los de la derecha... mi hermana del medio los de la izquierda.... y yo, que viajaba SIEMPRE en el medio, ¡debía plegarme a una o a otra!
No festejo Navidad, pero qué fiesta más brillosa. Transmite alegría. Glamour.
Este verano no voy para Argentina.
Salvo que me aseguren que, por única excepción, me toca viajar del lado de la ventanilla.