11 marzo 2018

Licencia para llorar cuando terminan las vacaciones

Todos tratando de ser civilizados y decir "hola qué tal cómo estuvieron tus vacaciones bien fantásticas qué lindo me alegro dónde estuvieron ustedes".
Y uno dice Villa Calamuchita y el otro dice San Francisco y está todo bien.
Porque ambos saben que los bolsillos son distintos pero la alegría es la misma. 
Sin alarma.
Sin horario.
Sin preocupación.
Libre el tiempo.
Calienta el sol. 
La pile es el programa del día. 
La playa es ancha.
Qué comemos hoy, si en el restaurante de allá o en el de más acá. Si en la cama o en la cocina. Si sushi o pizza: la máxima preocupación. 
La cabeza vuela, los días son largos, la tarea no existe y el tiempo flota en el aire como una pluma eterna y blanca. 
La nada.
No pensar.
Reírse de pavadas.
Jugar al scrabble.
Jugar a las cartas con los hijos.
No mandarlos a dormir temprano.
No mandarlos a dormir. 
Pensar con la mente en blanco en la nada misma.
Soñar con los ojos abiertos en la vida perfecta.
Un idilio las mañanas con tostadas y comer porquerías sin parar.
Total es verano. 
Reírse de tonteras caminar sin celular y tomar clericó. O sidra. O agua. Pero en la playa. 
Visitar el museo de más allá y andar en bikini y sin bloqueador. O con. 
Hablar en otro idioma.
Reírse. 
Mucho.
Con los hijos.
Que no hay que mandar a dormir porque no hay tarea ni horario ni detention ni nada.
Es lunes o miércoles o sábado total da igual.
Pero mañana.
Mañana volvemos a casa y al día siguiente -o o en tres o en diez- hay que volver ahí.
Ahí.
A la oficina a la rutina al laburo a "la pega".
You know.
Y permítanme decirles amigos: hay licencia para llorar.
Licencia para llorar cuando terminan las vacaciones.
¿Porque a quién le gusta carajo retirarse del paraíso??
¡A nadie carajo!
A nadie. 
Sin mentiras acá.
Sin artilugios.
Lloremos juntos amigos que prometo mantener el silencio y la entereza.
Pero no niego la certeza de que amo la entereza del tiempo sin ataduras.
Llegará algún día que aunque amemos lo que hacemos -y al trabajo me refiero- llegará un día, repito, que será tal la tristeza que viviremos felices de recordar con viveza que los días de ataduras son los días de contraste que permiten valorar los días de tamaña algarabía en que la vida es la vida y la felicidad tiene nombre:
Vacaciones de por vida.

1 comentario:

  1. Vacaciones de pesaj por delante. Las estamos esperando, tratando de traerlas hacia nosotros con con soga imaginaria.
    Dani, como siempre, sigui siendo hermoso leerte

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