31 marzo 2008

1ro. de Abril

Señales de que NO me estoy haciendo más vieja:
Me gusta el pan con manteca.
Me encantan los dibujitos animados.
No quiero ir a la escuela.
Sigo pidiendo los tres deseos.
Pongo velitas en la torta.
Estreno ropa nueva.
Y me fascinan los regalos.

Señoras y señores mañana es mi cumple.
Hoy todavía tengo 38 y mañana... mañana a la una y veinte del mediodía habré vuelto a nacer. Por trigésimonovena vez.
Felicidades.

16 marzo 2008

El Grand Prix según Jere

En Melbourne se está llevando a cabo la carrera de Fórmula Uno, en el famoso circuito de un verde envidiable y un lago precioso del Albert Park. Queda a unos diez minutos de mi casa. El viernes, por tanto, nos despertamos al son del rrrrrrrrrrmm rrrmmmmmmmmmmmm rrmmmmmmmm apareciendo y desvaneciéndose al compás de las vueltas a la pista. Coni y Jere alegres de que algo de fama internacional ocurría a pasos de sus oídos.
Al día siguiente, segundo día de la carrera, estábamos desayunando y Jere para las orejas cual perro guardián.
-¿Qué pasa, Jere?
-No, nada, me pareció ecuchar eso.
-¿Qué cosa?
-Eso de los autos: lo de la Fórmula Dos.
-No, mi amor, Fórmula Uno querrás decir.
-No. Eso fue ayer...

Y sí, una más de las de Jere.
Hasta la próxima.

08 marzo 2008

Reencuentro en un click

Este blog se está poniendo vago (como decía Borges, "Exploro con mi báculo indeciso..." pero sabemos que la referencia a la indecisión era a él mismo, y no al báculo, así que saquen sus propia conclusiones cuando digo "Este vago blog...").
Han pasado un par de cosas junto con el tiempo, siendo tan llamativo a nuestros ojos (míos, lo de Sergio) cómo han crecido nuestros tres hijos. Hoy caminaba Coni y de espaldas, por un instante pensó Sergio que era yo. Lo más loco es que yo también: pensé que era yo misma pero no era, claro, yo era yo y no mi hija, que caminaba delante mío unos pasos tan parecidos... tan grandes de repente...
Y también ha pasado un reencuentro que años atrás hubiese sido improbable. O, de haberse dado, hubiese llevado años largos y esperas y cartas llevadas en barco. Pero hoy, en el instantmundo en que vivimos, llevó un par de clicks y allí estaba: una noche, en la casilla de mi correo electrónico, sin buscarlo ni imaginarlo, un mail de Carolina Roitstein, la hija de mi primo "el alto"... Carolina simplemente me explicó que (ahora ller todo a gran velocidad:) por una conexión-de-Facebook-con-Blogspot-llegó-a-mi-a-través-de-una-amiga-en-común-que-también-tiene-Facebook-y-le-dio-la-dirección-de-mi-blog-y- bueno, allí estaba nomás: no la veía desde los 6 años. Mis abuelos tardarían la vida entera en entender cómo funcionan las redes sociales basadas en internet (si todavía me acuerdo cómo, ante la filmadora, se paraban abrazaditos y sonriendo como esperando la foto, y no ayudaba que les dijéramos "hablen, hablen, que esto es una filmación" porque el concepto no lograba instalarse en sus mentes). Eso me daba tanta ternura! Sin embargo no sé si será ternura lo que les despertará a los de la Generación Z (los niños de hoy) nuestra total nulidad frente a los hologramas, o lo que sea llegue a ser la nueva tecnología para cuando nosotros tengamos la edad de mis abuelos cuando posaban para la filmación. Veremos. (¿Seguirá estando este blog en algún lugar de la red para recordármelo?).
En fin, el hecho es que en un santiamén me reencontré con esta hija de primo y fue lindo: inesperado, global e instantáneo como dios (léase "la era tecnológica") manda.
Maána o pasado les cuento otras de las cosas que han pasado desde que este blog se puso vago (recuerden "el báculo indeciso..." y sabrán, obviamente, que vaga estuve yo. Al blog lo absuelva de culpa y cargo). Es de madrugada y necesito darle a estos ojos un cierre de párpados antes de que lo hagan solos.